martes, 28 de abril de 2015

Plumas burreras. El Castigo. Por Ernesto Quirolo.



Ahí va un cuentito de esos que uno ha escuchado en algún momento de la historia.

     Este era un punto que en la tierra no había dejado nada por hacer. Minas,  frecuentador de timbas mistongas, casinos y por supuesto , hipódromos.
     El tipo se muere, y claro, se va al infierno. Cuando llega lo reciben, lo hacen pasar y lo primero que ve es un cabaret, lleno de minas, y se sorprende. Decidido a visitar otras dependencias del infierno pasa a un salón donde se escuchaba “No va más”, y el tintinear de las fichas. Había mesas rodeadas de puntos escolaseando, tantos que ni podía acercarse para vichar  los números que salían. Por otro rincón el croupier cantaba “Hagan juego señores, 9 x 8, gana la banca". Y así.
     El tipo no lo podía creer, pensó: “Si este el castigo por haber tenido una vida licenciosa en la tierra, bienvenido sea. Lo único que falta es que también haya un hipódromo.”
Le preguntó a uno que andaba por ahí dando vueltas y el tipo le señaló un pasillo largo.
-Al final del pasillo encontrará el hipódromo. -le dijo el comedido.
Recorrió el pasillo, abrió una pesada puerta de hierro y ante sus ojos apareció un hipódromo, con las tribunas llenas y los caballos en las gateras. Apresurado, encontró una ventanilla y fichó al  8.
Se acomodó en la tribuna. Seguía pensando: “Vaya castigo…”
Pasaron dos minutos, cinco, diez. y las gateras no se abrían. Le preguntó a uno que tenía a su lado:
-Oiga, ¿qué pasa que no largan?
El otro le contestó:
-Amigo mío, ése es el castigo. Acá no largan nunca.

Telón rápido.

Ernesto Quirolo

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