Ahí va un
cuentito de esos que uno ha escuchado en algún momento de la historia.
Este era un punto que en la tierra no había dejado nada por hacer.
Minas, frecuentador de timbas mistongas, casinos y por supuesto ,
hipódromos.
El tipo se muere, y claro, se va al infierno. Cuando llega lo
reciben, lo hacen pasar y lo primero que ve es un cabaret, lleno de minas, y se
sorprende. Decidido a visitar otras dependencias del infierno pasa a un salón
donde se escuchaba “No va más”, y el tintinear de las fichas. Había mesas
rodeadas de puntos escolaseando, tantos que ni podía acercarse para vichar
los números que salían. Por otro
rincón el croupier cantaba “Hagan juego señores, 9 x 8, gana la banca". Y así.
El tipo no
lo podía creer, pensó: “Si este el castigo por haber tenido una vida licenciosa
en la tierra, bienvenido sea. Lo único que falta es que también haya un
hipódromo.”
Le preguntó
a uno que andaba por ahí dando vueltas y el tipo le señaló un pasillo largo.
-Al final
del pasillo encontrará el hipódromo. -le dijo el comedido.
Recorrió el
pasillo, abrió una pesada puerta de hierro y ante sus ojos apareció un
hipódromo, con las tribunas llenas y los caballos en las gateras. Apresurado,
encontró una ventanilla y fichó al 8.
Se acomodó
en la tribuna. Seguía pensando: “Vaya castigo…”
Pasaron dos
minutos, cinco, diez. y las gateras no se abrían. Le preguntó a uno que
tenía a su lado:
-Oiga, ¿qué
pasa que no largan?
El otro le
contestó:
-Amigo mío, ése es el castigo. Acá no largan nunca.
Telón
rápido.
Ernesto
Quirolo

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