Desde
el sur de Brasil, tierra gaúcha, se suma a Los Pingos de Todos otro colaborador
de GI: el excelente investigador e historiador Marco A. de Oliveira. Es un
honor recibirlo y presentar su primer trabajo para nuestra página, una
verdadera joya de su archivo personal.
AGUAS
DE DICIEMBRE
por Marco A.
de Oliveira
En setiembre último recibí una invitación de Marcelo Fébula, quien me consultaba sobre las posibilidades de
escribir algo para Los Pingos de Todos. En ese momento yo estaba dedicándome a
leer el borrador de su ensayo sobre Yatasto, por cierto un estudio muy
recomendable acerca de uno -sino el más- importante parejero criado en
Argentina.
Agradecido por la invitación, en un primer momento
sentí inquietud ante la responsabilidad, pero el mismo Marcelo me tranquilizó
al subrayar que podía escribir lo que quisiera, con absoluta libertad.
En cuanto investigador, me propuse entonces buscar
algo perdido en el tiempo y relacionado con las carreras. Aquí va.
Existen muchas semejanzas entre las características
del clima y sus cambios en una vasta zona de la geografía sudamericana: Provincia
de Buenos Aires, inmediaciones pampeanas, región entrerriana, Banda Oriental y la
parte más sureña de Brasil. El calor primaveral –a veces excesivo– de estas
regiones es pródigo en amenazas de tempestades e inundaciones repentinas. Con
este cielo algo impredecible les propongo un viaje hasta el muy lejano 1925
para situarnos en la tarde del domingo 27 de Diciembre.
Aquella semana final del año era típicamente cálida.
Las carreras del viernes –feriado de Navidad– se habían desarrollado sobre
pista muy seca en el viejo Palermo (por entonces San Isidro era poco más que un
proyecto). La disputa de la prueba principal, el Clásico General Arenales - 1.600
metros, levantó una intensa polvareda por el mencionado estado de la pista y
vio vencedor al zaino Ordenanza (Fisherman y Canoa), que llevado por Leguisamo de
atropellada final se impuso sobre el tordillo Pibe, éste con Altamiranda en la
montura. No hubo carreras el sábado, otra tarde de calor sofocante, y para el
domingo –última fecha del año– estaban programadas ocho pruebas, destacándose
el Clásico Clausura sobre el tiro de 2.200 metros, 5ª carrera del programa,
turno acostumbrado para los clásicos en esa época.
En la tarde dominguera y con el calor ya peleando la resistencia
de los pingos, nubes verticales hacían prever la llegada de una tormenta, tal
vez antes del desarrollo del clásico. Y así, poco después de la 2ª carrera ganada
por la potranca Poverina de la caballeriza A.S., que salió de perdedora con el
aprendiz E. Ruiz, una tempestad con fuerte precipitación llegó con todo a
Buenos Aires. En poco tiempo las calles de barrio Belgrano se vieron inundadas
y las demás carreras por poco no fueron suspendidas. Al correrse el Clausura el
aguacero ya sólo era una llovizna, pero las condiciones de la pista eran las de
un amplio espejo de agua. El ganador del clásico fue el potrillo zaino San
Judas (Your Majesty y Riga) del Sr. J. Victorica Roca, guiado por Legui y
entrenado por Telmo Míguez.
Las aguas de diciembre, principiando
el verano porteño, dieron muestras de su fuerza en medio de una tarde de carreras
en una temporada donde el pingo más destacado fue el zaino Macón (Sandal y
Bourgogne), siempre llevado por Emilio Ruiz, que no se hizo con la Cuádruple Corona sólo por no haber podido correr el Jockey Club, clásico ganado por el colorado
carablanca Pedantón (Thyme y Pifiona).
Fotos del día 27/12/1925 (domingo)
después de una fuerte tempestad de verano
sobre Buenos Aires. Imágenes del hipódromo de Palermo entre la tercera y quinta
carrera.
Av. Vértiz. Al fondo, los pabellones del Hipódromo de Palermo
Visión de la entrada de la Tribuna Oficial
Panorama del sector ventanillas
Vista de la casilla de los jueces de llegada y parte de la pista principal.
Hasta la 2ª carrera la tarde era muy caliente, pero ya eran visibles formaciones de
nubes de tormenta, como se aprecia al fondo en esa foto de la ganadora Poverina (E. Ruiz – ap.)
Cuando de la disputa del Clásico
Clausura (5ª. Carrera),
éstas eran las condiciones de la pista. Totalmente
inundada.
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