En algún
garabato que Lopecito tuvo la gentileza de publicarme en Plumas Burreras
menciono, como al pasar, el Pellegrini de 1962, diciendo que algún día habría que hablar de ese acontecimiento.
El tema
anduvo bailando en mi cabeza un tiempo,
pero me faltaban precisiones sobre
algunos datos que no había conseguido retener, aunque si tenía
fresca en mi memoria aquella tarde y las
cuestiones principales de la jornada. Busqué infructuosamente en la red. Nada, ni una palabra.
En nuestra
vida suelen cruzarse personas que no sabemos –a primera vista– si para bien o para mal, y tampoco sabemos
qué nos pueden traer, tal vez algo importante, tal vez nada. El 12 de diciembre, vísperas del Pellegrini que
hizo suyo Ídolo Porteño, Marcelo nos reunió en su casa de Soldati, a Lopecito, a Mário Rozano, a mí y a
Marcos A. F. de Oliveira, a quien tuve el gusto de conocer esa
noche. Marcos es periodista de turf en
Porto Alegre, investigador y coleccionista. Marcelo ya me había advertido
que Marcos era poco menos que una enciclopedia
andante del Turf de Argentina, pero la
verdad, es que me dejó con la boca
abierta. Increíble la información
que Marcos tiene de nuestro turf, y ni hablar de la prodigiosa memoria de nuestro
amigo brasilero.
En el medio
de la charla sobre el Carlos Pellegrini que se corría al día siguiente,
barajando chances, opinando sobre éste o aquél, le comento que mi primer
Pellegrini fue el del año 1962 (tenía 20 años)
y que para mí fue inolvidable por lo que viví aquella tarde. “Ah sí – me dice– el que ganó Tierno con
Leguisamo” y ahí nomás se despachó con todos los datos, sangre del ganador, stud, entrenador y hasta los colores de
la chaquetilla. Lo miré de reojo a Marcelo como diciendo “Tenías razón, parece que hubiera nacido en el Bajo
Belgrano”. Pero lo más jugoso es que disponía de imágenes de ese Pellegrini, que
prometió enviarme por correo electrónico, promesa que cumplió. Cuando vi
las fotos no pude evitar emocionarme, imagínense.
Así que
dicho todo esto y gracias al amigo Marco de Oliveira que me abrió la gatera para que me tienda a
voluntad autorizándome a usar las fotografías como me parezca, es que me
decidí a desandar los caminos del recuerdo, hasta llegar a aquel día y compartir con los amigos lo que viví.
Un calor
agobiante esa tarde, inusual para la época. Debe haber habido en el Hipódromo de San Isidro no menos de 80
mil personas. ¿No me creen?, miren la foto.
Al atractivo
natural que tiene el acontecimiento
máximo del Turf de Argentina, se sumaba el interés de la afición por ver
el duelo entre Irmak (Seductor y
Rustom's Legend), 3 años y ganador del Gran Premio Nacional de ese año sobre
Huxley (Cardington King y Hussna), y Eutropio
(My Lord y Easter), 4 años y ganador de los 3500 metros del –si no me equivoco– Gran Premio de Honor - Copa de Oro,
despatarrando por 15 cuerpos y de punta
a punta a Fanático, un hijo de Churrinche y favorito excluyente de aquella carrera. El peso por edad obligaba a a Eutropio a
darle 7 kilos al potrillo, 60 kg a 53 kg. Los debates de tribuna giraban en torno al peso, darle 7 kilos a un potrillo de la calidad demostrada por
Irmak en su campaña y ganador nada menos
que del Nacional, se consideraba una diferencia prohibitiva. Por el lado de Eutropio, sus defensores se afirmaban en el contundente triunfo
obtenido sobre 3500 metros, de manera que los 3000 del Pellegrini no
deberían ser un escollo para él. En
cambio Irmak subía 500 metros, de 2500 a 3000.
Las colas en
las ventanillas de apuestas eran interminables, te ponías en la cola del 8 y
cuando llegabas cerca de la ventanilla, resulta que estabas en la cola del 9,
¿exagerado yo?, para nada, aquello era un hormiguero, sólo con ver la
foto, imaginen esa cantidad de público volcado a las
ventanillas de apuestas para fichar a
sus preferidos.
“Se cierra
el sport, cierren las ventanillas” sentenció
con voz grave y autoritaria el
locutor del hipódromo. La espera para ver los boletos en la pizarra se hizo
larga; finalmente empezaron a anotar y tal como se preveía Irmak apareció como el favorito y Eutropio, el enemigo.
Campana de
largada, colorada al tope, los caballos caracoleando detrás de las cintas, hasta que finalmente se alinearon a gusto del starter.
La respiración contenida, saltaron las cintas
y... ¡¡¡ Largaron !!!
Metros
adelante comienzan a bajar algunos
aplausos y gritos de las tribunas, Irmak parecía seguro ganador y ya
inscribía su nombre en la lista de
ganadores del Gran Premio Carlos Pellegrini. Pero…. “El Pulpo” tenía otros
planes. En el tramo final de la carrera,
apareció de la nada, como un fantasma,
y en cuatro saltos bien calculados puso
un pescuezo de ventaja sobre Irmak en el disco y mandó a la pizarra un dividendo
de 17 pesos y monedas por cada dos apostados. Todo un batacazo para la época.
Hubo reproches para el jockey de Irmak,
no pocos sostenían que se había confiado
en exceso, dando la carrera por ganada, cuando aún faltaba un trecho
para el disco.
Todo sucedió
en 3:04 1/5 para recorrer los 3000
metros de la prueba. Para tener una idea de lo valioso del guarismo, debemos
decir que el récord para la distancia en
la pista de césped lo tienen:
-Ramazón: el
22 de Mayo de 1941 con 54 kilos 3:03 4/5
-Atlas: el 20
de Noviembre de 1960 con 60 kilos 3:03:4/5
Apenas los
caballos cruzaron el disco los aplausos
y los gritos empezaron a apagarse, y fueron quedando los gritos aislados de los
acertadores del ganador; hubo un instante de incredulidad y asombro
cuando la chapa del 22 apareció al tope del marcador ¿cómo pudo suceder?
Cuando Leguisamo comenzó a recorrer el trayecto hacia el circulo de los
vencedores, crecieron algunos aplausos, cuando Legui le bajaba los cueros
al potrillo, los aplausos se convirtieron en ovación, y entonces el público -
la inmensa mayoría - los que habían acertado y los que no, tiraban por el aire
revistas y sombreros saludando la extraordinaria e increíble faena del maestro
de todos los tiempos. Leguisamo ya tenía
59 años, fue su décimo y último Pellegrini, y yo…… yo estaba ahí, con
mis ojos llenos de asombro y admiración. Me han preguntado algunas veces porque me gustan tanto las carreras de
caballos….. Los miro y no digo nada…. ¿qué les vas a explicar? Esto no se
puede explicar con palabras, hay que
vivirlo y sentirlo, como decía el
querido Luisito Landriscina, las
pasiones no tienen explicación de la piel pa' fuera.
Y para
cerrar este recuerdo nada mejor, en homenaje al Maestro de los Maestros, que un
fragmento del poema que Héctor Gagliardi
“El Triste” le dedicó y que nos dedicó un poquito también a
nosotros los burreros:
Su figura es
atracción en las tardes de carreras
Carrerista
no es cualquiera, hay que tener corazón
¿Puede haber
más emoción, que se compare en grandeza
Cuando él, por la cabeza, te salva de un metejón
Jockey:
Irineo Leguisamo
Cuidador:
Sergio Lema
Stud:
Invadex
Criador:
Haras Los Prados
Como dato
adicional y para que no queden dudas que
el triunfo de Tierno fue obra de la astucia y la sabiduría de Irineo
Leguisamo, el potrillo volvió a correr poco tiempo después un clásico barato,
con la monta de Guillermo Gualberto Rivero,
enfrentó a tres rivales –sólo tres– y entró último.
Ah… casi mi
olvido. Mis dineros habían ido a
Eutropio, amagó con dominar al entrar al
derecho y en el final llegó 10º... mala
suerte.
Ernesto
Quirolo
Agradecimiento:
A Marco de
Oliveira por su generosidad en facilitarme el material del que dispone sin
poner ninguna condición. Un verdadero
amante del Turf de Argentina el crack
brasilero.
Maravillosa nota!!, saludo muy cordial!!
ResponderEliminar